jueves, 18 de diciembre de 2008

En búsqueda de la ciudad perdida



Recientemente tuvimos un encargo un tanto peculiar. Se trataba de la talla de una escultura hecha de hielo procedente de un iceberg. Así pues, encargamos a una empresa de Canadá la importación de un bloque de hielo de iceberg de unas dimensiones de 2metros cúbicos aproximadamente.

Fue entonces cuando nuestros escultores comenzaron a darle forma al megalito. Poco a poco, el hielo empezó a tomar unas tonalidades variantes y a emitir una luz cambiante, hasta que se encontraron con un hecho insólito. En un principio, pensaron que se trataba de algo común en el hielo de un iceberg; en su interior se hallaba una capa de hielo de una tonalidad distinta al hielo blanco de un iceberg (cuando este está a bajas temperaturas).

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